Hace poco me fui de vacaciones a la Huasteca Potosina. Hacía mucho que no salía de vacaciones, debo confesar, vacaciones, vacaciones, de esas en las que una sólo tiene la intención de nadar y tenderse al sol y dormir cuanto le plazca.
En fin, que me fui en bus, viajando de noche, desde la Central de Autobuses del Norte de la Ciudad de México hasta la Central de Autobuses de Ciudad Valles. Salí a las 10:00 de la noche y llegué como por ahi de las 6:30 de la mañana del día siguiente. La mera verdad no sabría decir si fue un viaje placentero o no, me dormí todo el camino.
Una vez en Ciudad Valles, me trasladé a todos sus aldededores en buses de esos que los mexicanos solemos llamar "guajoloteros", y esos son los viajes que quiero reivindicar en esta humilde entrada de blog.
Aquí van mis múltiples razones por las que viajar en ese tipo de transporte "es conveniente, es bueno", como dice un canto náhuatl.
1) Conoces gente de ahi, lugareños. Siempre me ha parecido la cosa más interesante de viajar, platicar con personas que ven el mundo desde otro ángulo. Yo hice dos que tres amigos platicando con la gente del bus.
2) Admiras paisaje. ¡Y qué paisajes! los de la Huasteca Potosina
3) Te internas, literalmente, por los caminos, cosa que no sucede cuando se viaja en avión. (hasta la fecha no comprendo cómo se trazan las rutas aéreas, ni cómo se siguen, ni cómo le hace el piloto para identificarlas).
4) Tienes la opción de comprar pistaches, cacahuates garapiñados, nueces, y en partícular en terrenos de la Huasteca Potosina, lichees, esas frutitas que creo que son de origen asiático, chiquitas, rosadas, con la cáscara llena de piquitos. En las verdes tierras potosinas crecen por miles, y la bolsa grande cuesta 10 pesos.
5) En resumen es una forma linda de viajar, tiene algo de romántico, algo de añejo, de provinciano. A mi me recuerda a mi madre emigrando de su natal Zitácuaro a la voraz Ciudad de México, me recuerda a mi abuelo, viniendo a visitar a su hija, me recuerda hasta a la telenovela María, esa donde actuaba Victoria Rufo, y en la entrada salía despidiéndose de sus hermanitos para irse de sirvienta a la ciudad...
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